pequeño pero capaz de crecer.
Me entregué al mundo
lleno de felicidad.
Mi sonrisa reflejaba
la vida, pura y nada más.
Pero un día naufragué
y mi corazón cayó a la mar,
en medio de una tempestad,
nadie me oyó gritar.
Pronto aprendí a nadar.
Pronto aprendí a luchar.
La mar en calma, preludio
de la tormenta que viene y va.
Poco a poco con el tiempo
aprendí a vivir en soledad,
mejor eso que morir ahogado
del viento y la furia del mar.
¿O no? Tentaciones tengo
de dejar de nadar,
que la tormenta termine
aquello que empecé a pensar,
después de tanto tiempo
de vivir en soledad.
Los barcos veo pasar
de un lado a otro del mar.
Lejos muy lejos quedan,
y ninguno quiere parar,
sólo su estela me dejan tocar.
Soy náufrago de la mar,
A veces, para descansar,
el balanceo me deja soñar
aquello que pudo ser y no fue.
Pero las olas me salpican
y me dicen en realidad
aquello que fue y no pudo dejar de ser.
Náufrago soy, castigado
por la dureza de la mar,
Náufrago soy, abandonado
a vivir en soledad,
Náufrago soy, lastimado
por el amor perdido.
Corazón era, cuando caí
Náufrago soy, mi corazón perdí.
Noemí Baneem
Noemí Baneem
3 comentarios:
no solo la estela,aquí van también mis redes.
Más barcos y más mares, cuadros de Turner (museo del prado)
La anónima
Es bonita la imagen ¿verdad? Ayuda a integrar el contenido del poema. Gracias anónima no tan anónima
Es maravilloso encontrar a más naúfragos en este inmenso mar.
Me encantan los dos últimos versos.
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