martes, 26 de junio de 2012

Carril-bici.

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   El carril-bici es un camino (pintado de verde o de granate) por el que se desplazan bicicletas de un punto a otro. También es muy utilizado por personas para andar, correr, pasear, etc. Partiemdo de esta premisa, he decidido darme un paseo por la realidad. Sin menospreciar el calor de estos días, me aventuro a seguir los distintos recorridos que puedo encontrar en mi localidad. Tras un paseo de una hora aproximadamente, os escribo mis conclusiones.
Paso del carril-bici al campo.
    Existen varios kilómetros de carril bici, sin embargo, unos cuantos de ellos parten de un sitio, dan la vuelta a la manzana, y vuelven al mismo lugar. Un ejemplo claro es el que rodea al Palacio de Congresos de Huesca. Es bueno que existan circuitos cerrados, porque los niños juegan y se divierten, pero creo que se puede ampliar el campo.
 
   Otros empiezan en un punto y se difuminan no se sabe dónde. Paso de camino verde a la acera sin más y sin posibilidad de saber por dónde continúa. Vías de este tipo suelen cortarse en zonas bastante peligrosas. Algunas, además de "desaparecer", la incorporación a la calzada es arriesgada, debiendo el ciclista de girar la cabeza hacia atrás para comprobar que no viene ningún coche, en una calle de uno o dos carriles y finalizando en una rotonda. Los conductores dirigen la mirada a la izquierda para ver si vienen coches y no hacia la derecha que es desde donde se incorpora el ciclista.

Termina el carril-bici y la acera así, sin más.
   Las fotografías muestran el final de un carril-bici en un campo de trigo. 

   Por supuesto, damos por asumido aquellos tramos en los que el camino termina en un escalón ( el bordillo de la acera no se ha bajado), o están invadidos por alguna planta de jardín, o simplemente se desvanecen, quedándote entre peatones, o tienen algún obstáculo como vallas de obras, agujeros por hundimiento del terreno, baches, etc.

   La verdad es que nunca me había imaginado una ruta tan interesante y estresante. En fin, es lo que hay.



jueves, 21 de junio de 2012

Cansancio

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   Hoy quiero comentaros algo sobre el cansancio. Imaginad una persona que lleva muchos años practicando su deporte favorito. En este caso voy a elegir el atletismo, pero podría ser cualquier otro como baloncesto, judo, natación, montañismo, vela... y un largo etcétera. De repente, aquellos entrenamientos que solía hacer sin dificultad, con ilusión y mucho ánimo, ahora le cuestan trabajo y esfuerzo. Y se pregunta :"¿qué me está pasando?". No entiende cómo ante aquella carrera que intentaba mejorar día a día, ahora le supone un gran esfuerzo, gastando energías en sí mismo, para no perder la motivación.
   Decide darse un tiempo de reposo. Sin embargo, pasan los días, las semanas... Sigue sin encontrarse a sí mismo. ¿ Será cansancio psicológico? Tal vez, pero físicamente se encuentra bien. El cuerpo le responde a los esfuerzos. Sin embargo, se da cuenta que ha perdido esa ilusión con la que entrenaba.
De nuevo, le asaltan las preguntas:"Será la edad? No, no puede ser. Estoy en la edad de los treinta, y soy todavía muy joven para este deporte."
   Un  día, volviendo a su casa después de pasar un fin de semana fuera, decidió no hacerse más preguntas. Se concedería ese descanso que la mente le pedía, sin poner fechas, sin exigirse, sin tener que entrenar por mantener el cuerpo (filosofía de vida de hoy) en unas condiciones aceptables. Ama su deporte, pero con eso no es suficiente.
   A veces, en la vida, tenemos nuestros momentos de debilidad, incluso en nuestras grandes pasiones encontramos que nos cansamos, que nos falta motivación, energía, ilusión. No comprendemos cómo algo que llevamos haciendo toda la vida, que siempre nos ha llenado, ahora nos cuesta tanto trabajo hacerlo. Sí, este es el cansancio del que os quería hablar. Pero no es malo tenerlo, no es un drama, no hay que hundirse por ello. Aceptémoslo, concedámonos ese espacio que nos pide el alma, ese reposar, ese parar y mirar para contemplar. Sin decisiones. Sin límite de tiempo.