miércoles, 26 de mayo de 2010

Pederastas e incesto

   Ultimamente hemos tenido noticias abundantes sobre los curas pederastas.  La noticia en si es escalofriante, y ha llamado mucho la atención porque parece que un miembro de la Iglesia no puede cometer semejante aberración. Hace unos dias, salió un artículo en el periódico  El País titulado " No eres culpable, no estás sólo, denuncia " , escrito por Rosa Montero, donde habla sobre el tema, pero no sólo se centra en los curas, sino que lo extiende a lo que es en realidad : abusos cuyos autores son padres, hermanos, primos, tios, etc. Lo que realmente se le denomina el incesto.
   Os expongo una parte del articulo:

" ... Leyendo el espeluznante y magnífico reportaje que sacó este periódico hace un par de semanas sobre los curas pederastas, con nombres y fotos de los religiosos condenados (Padres del mal, de Luis Gómez y Jesús Duva), lo que más me espantó no fue la perversidad de esos miserables, ni el hecho de que fueran sacerdotes (por desgracia hay pedófilos en todos los rincones sociales), y ni siquiera la política de ocultación de los abusos que ha estado practicando la Iglesia durante tantos años, aunque desde luego eso sea un indignante escándalo. Lo que me pareció más terrible es la resistencia social a admitir que esos abusos existen y, por consiguiente, la tendencia a culpabilizar a las víctimas.

   ... Pero el problema no se limita a los abusos protagonizados por religiosos. Con el escándalo de los curas pederastas no hemos hecho más que asomar un poco la cabeza a una sima negrísima que aún sigue sepultada en la conciencia social: las agresiones sexuales cometidas por parientes cercanos e incluso por los padres. El incesto forma parte de los terribles secretos de alcoba, de ese mundo abisal que ocultan las familias y que a menudo jamás sale a la luz. De hecho, diversas organizaciones internacionales consideran que el 90% de los casos de incesto no se hacen públicos. Dada la oscuridad y la negación del tema, los datos fiables que tenemos sobre este tipo de abusos son escasos; pero el otro día, Lola Huete citaba en este periódico un trabajo de 2008 de la Revista d’Estudis de la Violència: entre un 20%-25% de mujeres y un 10%-15% de hombres españoles confesaron en diversos estudios haber sufrido abusos sexuales en la infancia; en el 39% de los casos, el agresor era el padre, y en el 30%, otro familiar. Y ahora hagan ustedes cuentas. Son cifras pavorosas..."




   A mi me ha impactado la veracidad del artículo, la escalofriante estadística respecto a la cantidad de personas que sufren este tipo de situaciones, pero lo que más me llama la atención es la parte en la que habla de la resistencia social a reconocer estos hechos. Creo que deberíamos hacer una labor de concienciación empezando por nosotros mismos, porque cuando leemos noticias de esta índole nos apena y las juzgamos, pero ¿qué pasaria si te enteraras de que un pariente tuyo, un primo, un tio, un hermano, el padre de una amiga tuya fuera un pederasta?  Miedo nos da sólo de imaginar que eso pudiera ser, cuando más miedo tiene el que lo sufre. No queremos creer lo que es en realidad, e incluso tal vez echemos la mirada a otro lado, pero soledad es lo que siente el que lo sufre. Y si llegara el caso de que lo sospecháramos, ¿seríamos capaces de hablarlo y contarlo?  Silencio es lo que siente el que lo sufre.
   No quiero extenderme más, el tema da mucho de sí, pero si quiero apoyar, cuidar y alabar a esas personas que superan lo insuperable, que a pesar de lo que han vivido y sufrido se forman como personas y que hablan y descubren a los culpables, para que no haya más victimas y para que no quede nadie impune.  Son dignas de admirar.



2 comentarios:

ana dijo...

La soledad de la víctima es un abismo. Me uno a tus palabras de denuncia, por si mi sonido pudiera ser apoyo.

Yo no sé lo que haría si tocan a mi peque... pero cualquier locura, seguro.

Un abrazo.

Noemí Baneem dijo...

Y el silencio de los demás es la muerte sin cadaver de la victima.
Bienvenida ana, por supuesto que tu sonido apoya, gracias por estar aqui.