Te miro y te hablo.
Un espacio sordo.
Una mirada lejana.
Una presencia etérea.
Un fuego congelado.
Una lluvia disecada.
Un sonido apagado.
Ignorado mi espacio,
ni siquiera reconocido.
Sin valor.
Un lugar imposible.
Una música para un sordo.
Un paisaje para un ciego.
Invisible presencia.
¡Maldita indiferencia!
Noemí Baneem
2 comentarios:
Bonita y muy real la poesía. Y la foto me ha encantado. Puede que una forma de intentar no perder la juventud sea luchando contra la indiferencia.
Salud, amiga.
la juventud no se pierde, se transforma con el tiempo... pero la indiferencia permanece si no hacemos nada.
Gracias por estar ahí, aunque no publique con tanta frecuencia.
Publicar un comentario