jueves, 7 de julio de 2011

Cuidar la amistad

   Siempre se ha dicho que, en los momentos de dificultad es cuando sabes quíén es tu amigo y quién no. Todos nos hemos llevado alguna decepción cuando alquien nos ha defraudado donde nosotros habíamos depositado toda nuestra confianza. Pero también nos hemos llevado alguna alegría, al saber que ese otro alguien está a nuestro lado, está cuando lo necesitamos, y nosotros no le hemos prestado la debida atención, la que se merece.
   El camino de la amistad es muy complicado, es largo y hay que cuidarlo y mimarlo mucho. A veces, ensimismados en nuestro propio egoísmo, no somos capaces de ver el daño que hacemos a los que más queremos, o exigimos lo que no tenemos derecho a exigir.

  
   Hacer una pequeña reflexión sobre lo que tienes a tu alrededor, sobre las personas que te cuidan, la personas a las que tú les importas, vale la pena. Son las que menos te piden, son las que más te dan ¿y tú?  A veces, es tu propia inconsciencia la que te traiciona, dejándote ciego y no permitiéndote ser conocedor de tales hechos. A veces, esa ignorancia provoca dolor en el otro, un dolor dificil de curar... A veces, es tarde ya para actuar, tarde ya para corregir el error.
  Creo que la sinceridad es la mejor medicina para esto, aunque muchas veces te cueste la amistad. Quién no ha oido el dicho "el que dice las verdades pierde las amistades"... Dime ¿serías capaz de contar una verdad a una amigo aun sabiendo que lo vas a perder? Si de verdad es amistad lo que tienes, si de verdad le quieres..., yo sí lo haría.
   Amistades olvidadas, amistades lejanas, amistades perdidas, amistades dañadas. No quisiera olvidarme de nadie, de aquel que, ya sea por temor o por vergüenza, no me atrevo a llamar porque ha pasado mucho tiempo, de aquel que en su día me dió todo su apoyo y yo le ignoré, de aquel que, aun sabiendo como soy, me acepta sin reparos. Amistad, divino tesoro.

2 comentarios:

Lisset Vázquez Meizoso dijo...

Muchas veces estamos tan absortos en nuestro propio dolor, en nuestra propia burbuja que no vemos el dolor ajeno, el que además provocamos nosotros con nuestra indiferencia. Y es que nadie quiere escuchar la respuesta a la pregunta: ¿Cómo estás?

En general, todos quieren escuchar... estoy bien, gracias y tú? bien bien, todo bien... pero el mundo interior de esas dos personas puede ser un difícil equilibrio en el Caos y el Orden y puede estar muriendo lentamente y no sabiendo pedir ayuda porque a todos nos cuesta decir, Oye, que me estoy muriendo de pena, ayúdame. Te echo de menos. Te quiero. Te necesito... Lo sé bien.

Me ha ayudado mucho hacerlo y decirlo y no me importa si alguien me compadece por decir que me duele algo y sí, he perdido amistades pero también he aprendido que los que siguen es porque sí que lo son de verdad y los que se van perdiendo por el camino, es que nunca lo fueron en realidad.

No me valen los amigos a los que les puede más el orgullo que otra cosa. Si me equivoco, perdóname, no hay personas perfectas. Si hago algo que te molesta, dímelo. Si me echas de menos, llámame, dímelo. Si me quieres, recuérdamelo alguna vez, pero no esperes que piense en ti las 24 horas del día y piense en tus problemas como los míos, todos tenemos los propios. Eso le diría a un amigo, que no me olvide, que se quede a mi lado, aún cuando esté lloviendo y no tengamos paraguas.

Besos, Noemí.

Noemí Baneem dijo...

Vivimos en un mundo en el que pocos se atreven a hablar y decir lo que sienten, existe mucha imagen, mucha fachada y, a veces, te engañan. Pero al final siempre sale la verdad a flote, y es alli donde se descubre cada persona tal y como es.
El amigo verdadero está siempre a tu lado y no le hacen falta palabras, solo su presencia ya te lo dice todo.
Gracias por tu aportación lisset, un abrazo