Parece increíble que, en la sociedad en que vivimos, llena de nuevas tecnologías, (ordenadores, ipods...), disponemos de innumerables formas de poder comunicarnos con las personas, tales como teléfonos móviles, correos electrónicos, chats, etc. Comunicación on line, en tiempo real. Sin embargo, parece que, cuanta mayor facilidad y medios tenemos para ello, menos se realiza.
Desde la edad antigua, donde las noticias llegaban a través de mensajeros, hasta aquellos dias en que una carta de papel era recibida con ansia y cariño, hemos pasado a lo contrario. Ya no se escriben cartas, cartas que intentábamos hacerlas con esmero, cuidando nuestra letra, vigilando que nuestro vocabulario fuera correcto, procurando no cometer faltas de ortografía... No, eso está casi desaparecido. Los emails y los móviles han deformado nuestro lenguaje, utilizando simbolos, acortando palabras, suprimiendo todos los acentos, incluso los signos de interrogación y exclamación, vamos hacia la más "breve brevedad". A veces, esto provoca que incluso no entendamos los mensajes. Somos incapaces de ir sin el móvil a ninguna parte, si nos separamos de él una hora, vamos corriendo a ver si nos ha llamado alguien... pero quién nos va a llamar si no somos capaces de hablar con las personas, y generalmente quienes más lo pagan son las que nos quieren, siempre decimos "ayer lo pensé pero se me pasó"...
Otras veces es excesivo el uso que se hace de él... cuando se va a comprar se llama "oye estoy comprando, ¿qué hace falta?", o bien, "ya he llegado, estoy saliendo de la estación", o tal vez, "estoy conduciendo pero dime...". Parece que necesitamos decir contínuamente dónde estamos y qué hacemos. Hace tiempo hice una observación curiosa, antes cuando quedabas con los amigos para tomar algo se decía " a tal hora en la plaza". El que llegaba primero era el que más esperaba, pero era así. Después, si te ibas a un velador, no parabas de hablar y hablar. Hoy, tendriais que ver cuántos veladores hay en donde cada persona que está sentada en uno de ellos, tiene el móvil encima de la mesa o en el bolso, están hablando o les suena el móvil, y le dan plena importancia a la llamada interrumpiendo en varias ocasiones la conversación que se tiene con los que están a su lado.
Cuesta poco pararse un poco en el tiempo, todos queremos hablar, pero nadie quiere escuchar. Desconectemos de vez en cuando la avanzada tecnología y escuchemos a las personas, a los amigos, a los seres queridos, incluso escuchémonos a nosotros mismos. Yo me apunto ...¿Y tú?