Hay días que me siento delante del ordenador y, cuando intento escribir alguna entrada para el blog, veo que me quedo en blanco. Ese día me digo a mi misma: "No pasa nada, hoy no estás inspirada, ya saldrá otro día". En otros momentos, se me ocurren varias ideas, y entonces pienso: "esto lo prondré en el blog". Después, cuando me siento de nuevo para hacerlo, no encuentro las palabras adecuadas para ello... tal vez sea falta de inspiración, tal vez sea que en ese momento no tienes ganas de hacerlo, tal vez sea que mi mente no quiera trabajar y se quede "en off"... El estado de ánimo también influye, creo que es lo que más, haciéndote a veces participe de esa apatía o esa pereza o esa alegria o esa pena, sentimientos que no siempre puedes dejar reflejados. Es más facil escribir con alegria que con tristeza. A todos nos gusta compartir las cosas buenas. Las malas tendemos a guardarlas, a esconderlas, a esconderlas incluso de nosotros mismos.
Pienso que hay que escribir pero sin obligación, con naturalidad, que las palabras fluyan sin ninguna limitación. Sólo asi pienso que sale la esencia que llevamos dentro cada uno. A veces, alguna persona de mi entormo me comenta "tienes el blog muy parado". Yo le contesto que las cosas son como son, y si no hay más, tal vez existan motivos que no vienen al caso que impiden quizá esa mayor continuidad que a algunos les gustaría. La realidad es la que es y hay que aceptarla.
Cuando uno escribe, se comunica y transmite a los demás. Pero os pregunto ¿Cuántas veces os gustaría quedaros en un rincón buscando esa soledad necesaria, ya que te ha invadido un sentimiento o una emoción y no puedes con ello? Eso nadie quiere escribirlo.
Creo que la escritura (su contenido más bien) necesita y debe respirar. Es el reflejo de tus inspiraciones y tus espiraciones, del flujo de la vida, de los vaivenes de tus sentimientos, con sus momentos de compañerismo, de compartir y de sus momentos de soledad. No escribir también significa algo, es como el silencio en una partitura de música, sin él, no apreciaríamos el sonido que viene a continuación.
El que escribe, siente, vive, ama, llora, rie, respira, late, sufre... sólo hay que dejar que fluyan las palabras y estas te llevarán a alguna parte. Unas veces será un texto largo, otras un poema, otras una frase insulsa, otras una página en blanco, pero todo forma parte de ti.