No sé cómo empezar. Todo surgió hace unos dias. Si, hace unos días me pasó algo que es normal en la vida, una situación de tantas como es el que dos personas no estén de acuerdo en algo. Hasta ahí todo va normal. Sin embargo, una vez hablado el tema, una vez solucionado, empezó a invadirme la rabia. Si, comencé a enfurecerme y de alli salieron otros sentimientos que, todos juntos provocaron un desequilibrio en mi ser, enfado, ira, dolor... tristeza. Pensé que conforme pasara el rato se me pasaría, hay gente que se enfada y desenfada con la misma facilidad, pero a mi me cuesta más. Me cuesta enfadarme, pero también desenfadarme. El dia siguió su curso, pero yo cada vez me encontraba peor. Así pasó un dia, y otro, y otro.
Cuando estaba en el tercer dia, fue cuando comencé a pensar y a preguntarme ¿por qué me he puesto tan enfurecida? ¿Que ha pasado? El problema no era importante y, además estaba solucionado, pero mi interior seguía enrabietado.
Tal vez fuera la gota que desbordara el vaso, pero ¿de qué está lleno este vaso? Preguntas y más preguntas vienen a mi cabeza. Es dificil, a veces, cuando nos enfadamos por nada, ver como esa tontería ha sido el detonante, ha sido la que ha puesto en marcha nuestro mecanismo de defensa, la que ha provocado nuestro derrumbe, si, digo nuestro derrumbe, porque cuántas cosas soportamos, y nos da la impresión de que somos fuertes y las asimilamos... y luego, de repente, llega una solemne tontería y nos hundimos.
Sé que la vida no es fácil, y vivirla mucho menos, que tras un problema hay una solución, y tras esa solución otro problema. Es un contínuo tira y afloja, pero... ¿cuál es nuestro límite?
Hace mucho tiempo pensaba que era una persona fuerte, supongo que la juventud te hace creer eso. Conforme va pasando el tiempo, vas siendo consciente de tu fragilidad, de que no siempre es lo mejor el ser fuerte, que, a veces, hay que ser humano. Que las cosas no son tan importantes como parecen, pero mi ser interior quiere decir algo, quiere contar algo que yo desconozco, guarda historias que luego afloran de forma inimaginable, como en este caso, tras un problema solucionado... No lo entiendo, no comprendo qué me ha pasado, pero lentamente las aguas vuelven a su cauce. El vaso ya no está desbordado.